¿CÓMO PERDEMOS A DIOS? ¿PODEMOS PERDERLO?

Prepararnos en este tiempo de Adviento para la llegada del Niño Dios

«A Dios se lo pierde de varias maneras. Negándolo o viviendo como si Él no existiera, total indiferencia a su ser.
El modo más sutil de perderlo es cuando lo confesamos con los labios, pero nuestra vida está cada vez más lejos de Él. Cuando la vida es cada vez más pagana, orando cada vez menos, no acercándonos a la Palabra de Dios, sobre todo, no permitiendo que Dios se involucre en nuestra vida.
Si no lo tenemos claro, la vida que propone esta sociedad, nos conduce inexorablemente, a vivir y pensar como los ateos, aunque en algún momento reconozcamos que existe un Dios, o elevemos una oración, o participemos de la Santa Misa el domingo.
¿Acaso esta sociedad por el método de no permitir pensar, influenciado por los medios de comunicación social, no hizo que los cristianos opinen de modo similar a los que viven sin Dios?» (Ext. «La Verdad te hace libre, P. Ricardo Facci»)
Profundizando sobre este texto del libro, nos dejamos iluminar por lo que nos enseña el CIC en el N 2124, sobre el ateísmo: «El nombre de ateísmo abarca fenómenos muy diversos, una forma frecuente de él es el materialismo práctico, que limita sus necesidades y sus ambiciones al espacio y al tiempo. El humanismo ateo considera, falsamente, que el hombre es el fin en sí mismo, el artífice y demiurgo único de su propia historia (GP 20,1). Otra forma de ateísmo contemporáneo espera la liberación del hombre de una liberación económica y social para que «la religión por su propia naturaleza, constituiría un obstáculo, porque, al orientar la esperanza del hombre hacia una vida futura ilusoria, lo apartaría de la construcción de la ciudad terrena»»
Estos textos son una invitación a reflexionar sobre lo siguiente: ¿Qué nos importa hoy?. La vorágine del mundo y el detener que la pandemia produjo, en muchos fue una «excusa», para alejarse de Dios. Baso este escrito tal como su nombre lo titula, ¿Podemos perder a Dios? Si, nosotros cuando decidimos vivir dejándolo a un costado. De algo podemos estar muy seguros, Él no nos pierde y no deja de buscarnos, pero para eso se deben dar ciertas condiciones.
Estas no se logran de la noche a la mañana pero se puede empezar con la toma de conciencia y de allí partir
Dejarnos encontrar buscando momentos de silencio en nuestra vida. ¿He dejado a Dios a un costado de mi vida? ¿En qué lo notamos? ¿Vivo cerca de los Sacramentos? Eucaristía, Sacramento de la reconciliación. ¿Estoy inserto en una comunidad en concreto? Volver a los Sacramentos, a Dios, en concreto, es posible si reconocemos que estamos lejos, para eso debemos acercarnos desde la oración y dejando que Dios hable al corazón para calmar los deseos más hondos del alma.
Este tiempo de adviento, preparación para la llegada del Niño Dios es una oportunidad para preparar el corazón, para vaciarlo que aquello que no deja que anide en nosotros. Pidamos a María, nuestra Madre, Reina de la familia, Reina de Nuestro Hogar nos lleve de la mano hacia su Hijo Jesús.

Fuente: Hna Vanesa Morales

También te puede interesar