DEJANDO LAS REDES LO SIGUIERON

Una reflexión sobre la realidad de hoy

En la realidad que vivimos en estos últimos tiempos, avanzó vertiginosamente la globalización, la cual ha hecho que se hagan cercanas, situaciones que hace algunos años eran impensadas. La tecnología, ha traído avances positivos; pero a la vez, si no es usada adecuadamente puede ocasionar serios problemas, sobre todo en el ámbito que nos interesa: la familia. Esta facilidad para interactuar a través de internet, se vio favorecida aún más debido a la pandemia y cuarentena por covid -19, y ha permitido que se pudieran llevar a cabo actividades de modo virtual. A su vez se ha tomado clara conciencia de lo que implicó el distanciamiento propio de la pandemia. Era necesario el contacto personal, el encuentro, el abrazo. Hay que tomar conciencia de que, a las redes sociales, jóvenes y aún adultos han dado gran importancia, y hacen que se genere, un alejamiento de los miembros de la familia si no se tiene un sano equilibrio en el uso de estas. Estudios han demostrado que la adicción a las redes, genera ansiedad, baja autoestima, (un «like» o un «revisar vida de otros»), desencadena en el no cuidado de lo más importante que tenemos que es, el compartir en familia. Es más cómodo expresar afuera lo que adentro no se animan. Es más cómoda una vida descomprometida, y sin responsabilidades. Hay que estar muy atentos a los comportamientos que podemos tener porque los medios de comunicación constantemente trabajan con mensajes que antes estaban ocultos, hoy ya se ve claramente. Por eso es necesario volver la mirada a Cristo, a quien es la Verdad misma. No hay vida si no es de la mano del Maestro. Hoy somos nosotros quienes tenemos que estar dando respuestas a los planteos y necesidades de los jóvenes. «Muy cerca de cada uno de ustedes viven jóvenes que buscan que alguien les ame, por eso es la hora de darles la oportunidad de experimentar el amor de Dios. Quien descubra en lo íntimo y personal que Dios lo ama podrá saborear una de las experiencias existenciales mas bellas y profundas de la vida. Desde Pío XII se dice que el hombre de hoy ha perdido la conciencia de pecado. Es cierto, pero pienso que debemos ir al meollo, a la causa de esta realidad y es que se ha perdido la conciencia de que Dios ama a todos y a cada uno en particular. Nadie quiere dañar a quien lo ama. Nadie puede permanecer indiferente ante aquel que lo ama. El amor es una invitación constante a amar. El mundo de hoy tiene un mal de amor. Ha perdido la dimensión de Dios porque ha cerrado las puertas a la experiencia del amor de Dios. Esta es la nueva luz que debemos encender. El amor es la verdad. La verdad es el amor. El amor es Dios. Dios es la verdad.» [1] ¿Qué buscamos cuando buscamos las redes sociales? ¿Hasta dónde es bueno y hasta dónde no? Podemos empezar con estas preguntas:¿Cuánto tiempo del día dedica uno a las redes sociales ? ¿Tomamos conciencia de que puede aislarnos? ¿Qué es lo verdaderamente importante? Al inicio de la nota tenemos un texto que nos invita a reflexionar. Cuando se habla del «mal de amor que tiene el mundo» nos refiere a esa sed inmensa que cada uno, creación de Dios, tiene de Él, es decir, podemos tender a buscar en las redes o en la música de moda, «pequeñas compensaciones», que al final termina dejándonos esa sensación de vacío, y, ¿esto a que se debe? . Encontramos la plena realización del hombre sólo en el encuentro con quien lo ama. Por eso cada uno de nosotros, como hijos de Dios, como cristianos, debemos saber que podemos estar buscando afuera lo que tenemos dentro de nosotros. No estamos creados para aislarnos, eso es lo que el mundo quiere, nos quiere indiferentes y descomprometidos con la realidad actual. Constantemente nos encontramos con ideologías de moda, muchas de ellas ya «está al alcance de todos», ¿a qué se debe?, se debe a que no se es cuidadoso con lo valioso que Dios nos ha regalado nuestros hijos. Si tomamos el texto de Marcos, en el capítulo 1, versículo 18 nos dice, que los discípulos dejando las redes lo siguieron. Preguntémonos hoy, ¿Cuáles son las «redes» que hoy me impiden encontrarme con mi hermano? ¿Cómo está mi relación con mi familia? Esposa, hijos, hermanos, amigos podemos ampliar aún más la lista. Pidamos a Dios la gracia para poder descubrir lo que Dios pide a cada uno de nosotros.

Reflexión Hermana Consagrada Vanesa Morales

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